viernes, 14 de enero de 2011

Escultura.


La escultura no puede vestir los cuerpos, pues de hacerlo, obviamente, el cuerpo quedaria oculto bajo el vestido, de modo que ya no seria cuerpo humano, sino un bloque de piedra revestido. No puede representar la vestimenta como tal, pues ésta no es algo sólido, pleno, provisto de volumen. Es sólo la cubierta de nuestro cuerpo debida a la necesidad, algo así como una nube que nos envuelve, una sombra, un velo. Cuanto más opresivo es el vestido en la realidad, privando al cuerpo de su estructura, su figura, su movimiento y su fuerza, tanto más lo sentimos como un lastre extraño e inesencial. Ahora bien, un vestido de piedr, bronce o madera resulta, en efecto, extraordinariamente orpesivo. Ya no es ni siquiera una sombra o un velo, ni un vestido: es una roca llena de protuberancias y cavidades, una suerte de grumo colgante. Basta con cerrar los ojos y tocarlo para sentir su absurdidad. 

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