La belleza de los movimientos tiene por objeto los mismos principios que la belleza de los rasgos. En general es conveniente que el cuerpo tenga firmeza y facilidad en sus movimientos, pues está hecho para actuar, y para actuar sin vacilar. Cuando las corvas no están firmes, o cuando los pies no están bien dispuestos, uno se balancea; cuando los músculos están demasiado rígidos, parece que uno se mueve como por un resorte. Los brazos, junto al cuerpo, no tienen libertad de movimiento, y si se abren demasiado, uno se cansa de su peso. Hay pues, en todo proporciones fijas.
Los movimientos más insoportables son aquéllos que denotan afectación, pues la afectación indica unas ganas desmesuradas de destacar y un prurito impertinente de distinción. Es también una señal de poco sentido en el que es afectado, puesto que no sabe comprender que se aleja, precisamente por eso, de su finalidad que es hacerse querer, esos caracteres son naturalmente odiosos, y con razón impresiona un exterior que lo indica sensiblemente
No hay comentarios:
Publicar un comentario