La linea recta es, en efecto, la linea de la estabilidad; esto nos lo dicen el sentido del tacto y el de la vista. Cada parte descansa en la otra, depende de la otra, sostiene y es sostenida. Por tanto, alli donde la naturaleza ha necesitado estabilidad, tanto verticalidad como horizontalidad, ha elegido esta linea. Asi crece el árbol en el tronco y reposa en sí mismo rejuvenecido: tal es el modelo de la solidez y de la bella columna. Asimismo yacen nivelados la piedra y la tierra, y hasta el mar, cuando es necesaria su base. Y asi ocurre tambien con el cuerpo humano, cuando necesita base, en la planta del pie, muslo, cuello, brazos y manos. Nada presenta peor aspecto que un árbol inclinado o una columna torcida: incluso la mano de un ciego querrá enderezarla, pues ha caído y puede romperse.
Así también un cuello torcido, unas espaldas torcidas, unas piernas torcidas son lo que más obstaculiza la impresion de una " postura estable" y de " simple sublimidad" en la figura humana. La nariz, que es la parte principal del rostro, la que precede y da forma a la cara en su conjunto, es una linea recta; por eso su torcedura produce una impresión ridicula, hasta el punto de que resulta casi imposible hablar de un rostro de nariz torcida.
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